Aquí en mi soledad mirando el infinito
comprendo lo sublime de tu inmensa piedad.,
que siendo como soy inmunda y pecadora
me has abiertos tus brazos y me has dado tu paz.
Cuantas veces en mi viada olvide tus promesas
de amor y sacrificio, de perdón y bondad,
cuantas otras en los goces, con que se pierde el mundo,
olvide que tu eres mi única verdad.
Mas hoy al comprender las cosas olvidadas
y sintiendo en el alma una inmensa emoción,
te doy gracias señor por la vida que tengo
con su risa y su llanto con su canto y tristeza
porque son los tesoros que guardan el corazón.