Escucha, encantadora fugitiva
que interpretar mi corazón no quieres:
tu palidez mortal me tiene enfermo
y presiento, al mirarte, que te mueres...
Es tan débil tu cuerpo delicado,
tu vida esta de levedad tan llena
que un hálito veloz puede quebrarte
como un pétalo frágil de azucena.
Surgir parece a tu redor la niebla
como para envolverte en tu misterio,
y en tu camino palpitando dejas
un lejano rumor de cementerio.
Finas esquilas en tu voz sollazan,
blancor de leche en tu pupila vaga,
y tu reír parece hielo de luna
que en la espuma del alma vibra y se apaga.
Frágil, blanca de niebla, y errabunda
como del aura le da suspendida,
parece una virgen temblorosa
del hondo ceno de la tumba huida.
Frágil, blanca de niebla, y errabunda
y cuanto mas sutil y visionaria
pasa por mi fantástico camino
mas pura es tu belleza funeraria.
Y mas te quiero fugitiva niña
que temes al contacto de mis mano
porque vamos, yo ardor, hacia la vida
y tu, vapor de ensueño, hacia el arcano.