Poema de Paul Verlaine Green

Te ofrezco entre racimos, verdes gajos y rosas, 
mi corazón ingenuo que a tu bondad se humilla;
no quieran destrozar tus manos cariñosas,
tus ojos regocije mi dádiva sencilla.

En el jardín umbroso mi cuerpo fatigado 
las auras matinales cubrieron de rocío;
como en la paz de un sueño se deslice a tu lado 
el fugitivo instante que reposar ansío.

Cuando en mis sienes calme la divina tormenta,
reclinaré, jugando con tu bucles espesos,
sobre tu núbil seno mi frente soñolienta, 
sonora con el ritmo de tus últimos besos