Tu dueña.

Por cada gota de miel con tigo compartida 
y cada entrega vivida entre tus brazo, 
por los sueños que abrigan nuestras almas 
y este amor que es el lazo que nos ata. 

Por la hiel que amargo la savia de la dicha 
y le trajo tristeza al corazón, 
confundiendo tu llanto con mi llanto 
en las horas intensas de dolor. 

Por la dicha inefable de querernos 
y vivir sin reservas la pasión, 
por ser uno del otro el sostén en la prueba 
o fuente inspiradora de ilusión. 

Por lo intenso y profundo de este amor sin frontera 
y la dulce ternura que arrulla el corazón, 
doy gracias a la vida por ser tu única dueña  
la que en verdad conoce lo que hay en un interior.