Poema Con la hierba de CHarles vildrac

Ah!, que yo os mire con fervientes ojos,
arboles crecidos aquí y allá sin violencia, 
hermanos míos que no han sido contados y colocados en ringlera
y que confundís dulce mente vuestro brazos y vuestra cabezas. 

Que yo no te obligue a caer en la yerba, 
pequeña hoja de oro que sueñas en acunarte; 
Naciste para danzar en el aire y la luz, 
!Hasta el fin de tu danza y de tu sangre¡ 

!Ah¡ y tu, vivo césped, poblada yerba, dichoso pueblo 
que hace jugar los vientos y la sombra de las nubes; 
¡Piedad de la tierra! !Invisible esperanza que renaces
 de la ceniza  y penetra la nieve¡ 

Que en ti me arrodille y me esconda, 
hierba, mi rostro de hombre haga huir a las bestias! 
que sea confundido en tu corte; y en tu ley, 
que la vuelva a aprender y que ella me levante¡ 

Verdes hebras contra mi boca que hacen temblar mi respiración,
Os confieso la angustia del hombre,
y la vergüenza donde el ha abandonado de nuevo 
al desecho de las almas la vigilancia de su reino. 

Hierba que rejuveneces y baña cada aurora, 
convido a tu corazón los corazones que aman siempre; 
Invito a tu corazón aquellos pueblos viejos que lloran 
doblado sobre un yugo sangrienta.