Me gusta amarte, en la quietud de la noche,
en el frágil resplandor de una nueva aurora,
bajo la luz pálida de la Luna en trasnoche,
me gusta amarte, sencillamente a toda hora.
Cada vez que practicamos el juego del amor,
siento el temblor de mi piel ante tus hechizos,
me abandonan todas las fuerzas y el pudor,
mientras sucumbo bajo tus besos y tus risos.
Enfrascados en esa entrega sin darse tregua,
viajamos entonces por las estrellas lejanas,
saboreando a gusto lengua contra lengua,
placeres de los que siempre tenemos ganas.
Entonces la felicidad del mundo se detiene,
para absorta contemplar tu dicha y mi alegría,
para averiguar cómo la felicidad se obtiene,
me gusta amarte así, sin que sea con demasía.